Empecé a navegar por internet hace muchos años, concretamente con una conexión de media hora de Arsys que regalaban en una feria de SIMO en Madrid. Te conectabas y a la media hora se desconectaba, teniendo que volver a validarte.
A mi me daba igual volver a llamar (recordemos que entonces ibas por modem y no había tarifa plana, pagabas como una llamada local), prefería gastar el tiempo navegando a hablar con mis amigas. El único problema era que mis hermanas no pensaban igual y si descolgaban para llamar me cortaban el internet. Que tiempos aquellos…
Así que opté por navegar por las noches. Fue así como entré en el mundo del chateo por web, y del mIRC con sus salas de chats. No podías mandar fotos, no había dibujitos para los emoticonos, no compartías nada con nadie… pero no veas como se pasaban allí las horas y la de gente interesante que conocías.
Yo era ‘Leila’ y así me paseaba por internet. Algunos días era otra persona y me infiltraba en salas de chat temáticas fingiendo ser alguien que no era para aprender de los demás. Siempre me ha gustado la psicología y era una manera fabulosa de conocer distintas maneras de pensar y desahogarse escondida en el anonimato. A lo mucho algún listillo te sacaba la ip, pero nada más. No sabías si alguien hablaba con otro a la vez, de donde era, hombre o mujer… nada… era tan sencillo que era perfecto.
Pasaba tantas horas en esas salas que algunos ya me preguntaban si era un ‘bot’, estaba enganchada a la gente y varios amigos que aun conservo salieron de allí. Al chatear por las noches, debido al cambio de horario la mayoría de mis amistades fueron latinas, ya que estaba el en irc hispano.
De allí salió Rosy (Mexicana), Chino (Argentino) y otros de Madrid, Barcelona, Zaragoza, etc…
Todos nos maravillamos cuando descrubrimos el iCQ, un programita que con que nos conectáramos a internet ya podíamos hablar, era magia.
Luego vino el messenger, los emoticons, la webcam… era un poco lío pasar todos los contactos de uno a otro porque no queríamos tener dos programas abiertos. Pero te ponías de acuerdo y mantenías a los contactos de verdad. Nada de 500 contactos, pocos y de calidad, se trataba de hablar con todos ellos sin excepción.
Ahora eso es imposible. Tengo más de 200 contactos en Facebook y no chateo con ninguno. Las conversaciones se quedan en el muro a la vista de todo el mundo. Que está muy bien, pero no puedes ser todo lo sincero que quieres porque no hay privacidad.
He intentado chatear alguna noche desde el anonimato de algún chat y es complicado. Ya no existe esa inocencia que había en los 90, ahora todo el mundo chatea para un fin. Se acabó el hablar por hablar, de mente a mente, por el sencillo placer de disfrutar de una conversación inteligente.
Ya no somos anónimos, en Google pueden sacar hasta la marca de cereales que desayunamos, ya no existe el descubrir a alguien poco a poco a base de palabras dejándote sorprender. A poco que investiguen saben a que te dedicas, tus fotos, de donde eres, amigos, círculo social, gustos, etc…
Ya no creo en las amistades virtuales. Creo en el día a día, en las conversaciones cara a cara y en los besos de verdad.
Internet es un medio imparable para conocer a gente, pero nunca debe ser un fin.
Debemos mantener el contacto real, lo virtual es efímero y no da felicidad.